Quizás, el término "
Gamechangers" se usa comúnmente para referirse a personas, ideas, productos o eventos que cambian radicalmente las reglas del juego en un determinado campo, es decir, que transforman significativamente una situación, industria o contexto debido a su impacto, innovación o enfoque disruptivo. Por ejemplo, en el campo tecnológico "El iPhone fue un gamechanger en la industria de los teléfonos móviles.". En el mundo del deporte, Michael Jordan fue esa clase de jugador que fue un auténtico gamechanger para su equipo... este término se puede aplicar a todos los ámbitos como emprendimiento, ciencia, negocios, cine y también como no,
en educación en donde las metodologías activas se podrían considerar gamechangers en el aprendizaje del siglo XXI.
Cuando escuchamos “gamechanger”, pensamos en algo grande, rompedor. Pero en el aula, un gamechanger no siempre es una gran revolución tecnológica; a veces es una pequeña decisión que lo cambia todo. Quizás en el ámbito de la educación, los gamechangers reales no son solo herramientas, son los enfoques. Cambiar las reglas significa cambiar la mentalidad.
Un gamechanger ha sido dejar de “explicar” y empezar a “hacer”. Pasar de la clase expositiva a que el alumnado cree proyectos reales ya que aprenden más cuando están involucrados en resolver un problema que cuando reciben teoría en cápsulas.
Chromebooks, Scratch, Canva, Classroom, Tinkercad, … están muy bien, pero no hacen magia por sí solos. El verdadero cambio llega cuando usamos estas herramientas para que el alumnado diseñe, experimente, falle y repita.
Ser un gamechanger es dejar de penalizar los errores y empezar a celebrarlo como parte del proceso. Quizás el cambio real empieza cuando los alumnos ya no me preguntan por si lo que hacen está bien o mal, sino cuando se preocupen por cuánto pueden mejorar.
Ya no se trata de entregar trabajos y olvidar, el objetivo es que documenten su propio proceso de aprendizaje y reflexionen sobre lo aprendido utilizando porfolios y metacogniciones.
Cuando invitamos a las familias a ver una exposición de productos finales, algo cambia. El alumnado se siente más valorado y motivado. Y la familia entiende mejor que pasa dentro de clase. A veces, el verdadero cambio no es lo que pasa en el aula, sino quién entra en ella.
Tú, profe. No necesitas mil recursos ni una aula del futuro. Necesitas decidir qué reglas ya no sirven y tener el valor de cambiarlas. Un gamechanger no es solo el que trae algo nuevo. Es el que se atreve a hacer las cosas de otra forma, aunque sea con lo de siempre.
Y sobre todo: no hay cambio de juego, sin cambio de mentalidad.